Por cuestiones laborales y también espirituales conozco a una persona que cada vez que la veo o me toca compartir alguna reunión o charla, siempre anda diciendo cuán feliz es, cuán asentado en la vida esta, cuán groso son sus progresos, cuán bendecido es.
Ante mi carácter no extrovertido este tipo de declaraciones constantes me hacen percibir a esa persona bastante falsa. Mis pensamientos van más ligados "al mirarlo de reojo" que a quizás aceptarlo así como él se expresa. Pero me cuesta enormidades, y voy descubriendo que todas esas palabras tiene su gris.
Él es un ministro de la Iglesia, o sea sacerdote, y me llama poderosamente la atención como ciertos temas "parece" tenerlo resueltos y encaminados. También he notado que su carácter no es exactamente "ondas de amor y paz" ni tampoco de "el señor es mi fortaleza". Son más bien del tipo secante y con sesgo "autoritario"...
Es triste darse cuenta que esta persona, para muchos un canchero y bananon total, es opuesto a esto que una supuesta mayoría adula.
Me cuesta estar cerca o siquiera interactuar ya que al fin de cuentas me cae mal y me sale irme bien hacia otro lado para evitarlo lo más que puedo. Es claro sí, mi actitud cristiana puede ser cuestionable, pero como todo cristiano tengo mi pensamientos libres, independiente y sobre todo mis sentimientos son los que mandan. Y sí el corazón y la cabez (raramente en concordancia) me dictan ir en dirección opuesta les hago caso.
He intentado tener un actitud más abierta pero no lo logro porque no me gusta ser falsa ni pretender ser alguien que no soy.
Abrazar a todo el que pasa no es mi camino, no es mi forma, porque el abrazo es algo sagrado, es un regalo que a pocos doy por mi forma de ser. Sí sí puede ser cerrada pero mi libera y libra de gente falsa e interesada.
Lo felicito a él por tener esa actitud, de aspecto superficial sincera, de felicidad expresada de muchas maneras. No quiero ese tipo de felicidad por no me cabe.
Espero honestamente que el de "arriba" que todo lo entiende me de sabiduría para afrontar esta situación. Él sí sabe como darnos felicidad. Es cuestión de saber encontrarla...
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