Hoy iba caminando por el barrio, y como es costumbre en primavera, veo estas dos tonalidades de flores y sus ramificaciones. Cada vez que paso por esa vereda no pierdo de mirarlas, no solo por su belleza, sumada al pleno sol y un cielo azul intenso, sino porque estos dos arbustos han crecido dentro de un terreno abandonado de muchos años.
La belleza entonces no solo está en esos deslumbrantes colores, sino también en ese crecimiento en un lugar impesando, desolado, donde por defecto uno pensaría que allí no crece nada... La naturaleza se encarga de demostrarmelo y de una forma casi poética.
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